Si mentimos, vendemos

Autor: Daniel Liñán

A pesar de las contradicciones morales, recurrimos a la mentira para lograr tener una posición dominante. Quizá la ventaja del comercio electrónico, acabe siendo su dificultad para defender las mentiras.

Hace pocas semanas se celebró el RADIKAL anual de Alfons Cornella. Como siempre, las dos horas ininterrumpidas de innovación y vectores de tendencias fueron fantásticas y abrumadoras. Escuchar al profesor es lo más parecido a viajar, durante unas horas, a un mundo paralelo y rebosante de optimismo. Un mundo honesto de ideales realizables.

Durante la conferencia, uno de los slides, llamó la atención de la audiencia invitándola a reflexionar sobre lo obvio. Fue una cita sobre el libro de Livingstone “¿Por qué mentimos?” La tesis del autor se fundamenta en que la mentira nos permite ganar, nos permite tener una ventaja.

La realidad es que mentimos mucho, algunas veces lo hacemos por maldad, pero la mayor parte de las veces, se trata de pequeñas mentiras que no suponen un problema para nadie. En estos casos, mentimos para evitar enfrentarnos a un problema, por miedo al castigo o, sencillamente, nos permite ganar y seguir adelante (¡hemos perdido un cliente pero no pasa nada!).

 

Si mentir nos sale bien, nos sentimos impulsados a seguir haciéndolo de forma exponencial. Mentir nos beneficia y usamos la mentira para vender, para conservar el empleo, el matrimonio… Somos asiduos de la mentira y la admitimos y toleramos perfectamente. Pocos de nosotros nos escandalizamos al ver mentir a un político y ninguno de nosotros repasa el programa electoral de la anterior legislatura para valorar la acción de gobierno en función de su cumplimiento.

Muchos ya hemos descubierto que el valor de la palabra de algunos es inversamente proporcional a la vehemencia con la que se ofrece. Los tratos con un apretón de manos, solo se cierran en las películas. La mentira nos permite ganar y su uso, gracias a este beneficio, es recurrente. La mentira es un recurso al alcance de cualquiera.

Sin embargo ¿Qué ocurre en la red? Sobre el papel, un marco inhumano, frío y dado al engaño y la desconfianza… y quizá por ello, un marco en el que las mentiras son difíciles de esconder.

En el mundo de las agencias de marketing de contenidos, la mentira y las medias verdades oscilan, tentadoras, entre las líneas editoriales. A menudo, recurrimos a ellas para forzar una llamada a la acción o usamos medias verdades para lograr un clic. De algún modo, enfatizamos las inquietudes del usuario y usamos herramientas de detección de palabras clave como si fuera un ejercicio mecánico de empatía. Sabemos mentir, sabemos que nos hará ganar e intentamos hacerlo en la red. No obstante, es evidente que en la red la audiencia es precavida, escéptica y desconfiada.

No ocurre con otros medios de contenido. Creemos en la televisión a sabiendas que nos miente. Leemos periódicos, conociendo de antemano su posición y opinión… pero en la red nos comportamos de forma desconfiada. La red nos permite protegernos ante el engaño en un solo clic. Aún recordamos cuando temíamos dejar los datos de nuestra tarjeta de crédito en los primeros e-commerce.

Un artículo tendencioso, un testimonial poco creíble, una fotografía que no refleje con exactitud un producto nos hará perder la confianza del usuario.

En la red debemos defender nuestra honorabilidad de forma permanente, sin mentiras, solo con hechos, con hechos relevantes y con toneladas de contenido. No valen medias tintas ni verdades a medias ni, muchísimo menos, las mentiras. No cumplir con una fecha de entrega puede acarrearnos un montón de comentarios negativos irrecuperables.

A la postre, la red, la recién nacida forma de comunicarnos, es un potente tamiz para filtrar mentiras. Quizá, gracias a ella, recuperemos parte de la ética perdida por culpa de los beneficios de la mentira.

 

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