Autor: Daniel Liñán
Si vivimos acelerados en nuestro día a día, con trabajos exigentes, con datos en tiempo real e hiperconectados las 24 horas del día ¿dónde podemos obtener la relajación mental necesaria para dar una vuelta de tuerca a la creatividad en nuestras políticas de comunicación? ¿Puede el mindfulness convertirse en nuestro cargador de motivación y espíritu creativo?
Probablemente, quizá seas de los que consultes el mail permanentemente, los mensajes de whatsapp y los avisos sociales ¿Cuántas pestañas tienes abiertas en tu navegador mientras trabajas? ¿Miras el móvil en un semáforo? ¿No logras estar concentrado en una sola tarea demasiado tiempo? Somos bastantes, los que contestamos afirmativamente a estas preguntas.
Parece obvio que vivimos imbuidos por un mundo trepidante, de altas pulsaciones y de mil estímulos en tiempo real que a algunos de nosotros nos impide mantenernos concentrados y atentos. De algún modo, tanto ritmo e inputs, nos deja poco tiempo a la reflexión para poner en orden nuestras prioridades. Es como si funcionáramos en una especie de piloto automático de altas prestaciones para superar el día a día.
Vaya por delante que no soy un experto en nada y que tampoco me considero un tipo especialmente espiritual como para lecciones. Pero con la edad he dejado de ruborizarme antes mis limitaciones y quizá por ello no me importa demasiado hablar abiertamente de aquello que “no me funciona”. Precisamente, por no sentirme satisfecho con mi trabajo empecé a buscar respuestas. No es que en el pasado fuera una máquina de excelencia creativa, pero últimamente me sentía mediocre, falto de ideas y de chispa creativa.
Como soy medio imbécil, me costó localizar el problema. Me dispersé buscando la solución en nuevas ideas de negocio, cambios de estrategia y proyectos impostados. De pronto, durante una conversación en plan gurú visionario ante una colega, esta me cortó en seco y con cara de escepticismo me dijo, “céntrate porque esto y esto aún no lo has hecho”.
¿Qué es el mindfulness?
El mindfulness es un concepto psicológico que tiene su origen en el budismo. Se trata de una disciplina basada en el concepto de la conciencia plena de la meditación budista. A pesar de sus orígenes, su enseñanza se imparte desprovista de cualquier terminología oriental.
En la práctica el mindfulness consiste en la concentración de la atención y la conciencia plena. Sus aplicaciones en el mundo de las organizaciones empresariales están enfocadas al aumento de la productividad y calidad de vida laboral.
Promueve un conjunto de buenas prácticas profesionales basadas en el reconocimiento del momento presente para la reducción del estrés.
El mindfulness defiende la capacidad del ser humano para entrenar su cerebro en pos del incremento de sus capacidades mentales. Basa su teoría en hechos y datos científicos.
Casi al mismo tiempo, topé con una lectura infantil acerca de la relajación de los más pequeños. Me sentí identificado al leer sobre dispersión y las dificultades de concentración de los niños y entonces, casualmente conocí a Celia Pipó. Me contó su increíble trabajo en la mejora de la productividad de las organizaciones y me habló del Mindfulness.
Me compré su libro (Un Segundo de Ventaja. Rasmus Hougaard, Enrique Escauriaza y Celia Pipó, ed. Empresa Activa) más como compañero de vacaciones que por convencimiento. Lo cierto es que, gracias a él, he acabado mis vacaciones con algunas respuestas y un camino por recorrer.
El Mindfulness busca lograr la atención plena, el incremento de la concentración y la claridad mental. Soy consciente que estas -entre otras bondades- son tan atrayentes que pueden tornarse en moda vacua, en un santiamén. Pero, sinceramente, creo que en su justa medida y en manos de profesionales competentes, pueden cambiar la forma de ver y hacer las cosas, en la vida y el trabajo.
No entro en si el Mindfulness como disciplina concreta puede ser la “Solución a todos los males”, pero sí que opino que la excelencia en el trabajo creativo, necesita de un estado mental saludable y centrado. Creo que es difícil poder crear, mantener y hacer virar estrategias y tácticas si no lo hacemos dentro de un marco amable y sereno.
Esta serenidad, aunque pueda parecer algo esotérica y mística, es la clave para desgranar la esencia de los problemas y la que nos permitirá solucionarlos con ideas innovadoras. Es el estado mental que nos permite un tener “un segundo de ventaja” antes de responder, antes de contestar un mail leído con prisas, antes de reaccionar a un problema que quizás no sea tal. Es el segundo de ventaja que nos recuerda que hemos dejado de escuchar a nuestro interlocutor demasiado temprano.
Si conseguimos este segundo de ventaja que nos proporciona la concentración y enfoque sereno probablemente lograremos conservar la conciencia de lo que hacemos o, al menos por mi parte, reencontrarnos con la esencia del trabajo creativo.
La crisis de la creatividad
En 2011, el investigador Kyung Hee Kim, publicó un estudio sobre la Creatividad basado en el análisis de 300.000 evaluaciones realizado durante los últimos 50 años. La conclusión más evidente es que la creatividad se mantuvo estable hasta 1990 a partir de ese momento cayó en picado.
Existen muchas teorías que explican este descenso creativo, lo que parece fuera de toda duda, es que la creatividad es una parte esencial de nuestro trabajo y que debemos destinar recursos a potenciarla.
Quizá el Mindfulness sea la disciplina que nos proporcione las herramientas para permanecer concentrados y enfocados el tiempo suficiente en un tema como para hacer un trabajo mejor y que nos hiciera sentir más satisfechos de la labor hecha.
Sonrío al escribir esto porque tengo la sensación de vivir una paradoja profesional. Convivimos en un mundo comunicativo de inmediatez, de resultados a corto, de leads tan cualificados que prácticamente nos paguen antes de saber lo que vendemos. Creamos acciones trepidantes en tiempo real… pero paradójicamente, para lograr la excelencia en esta demanda de inmediatez, es necesaria la pausa y la concentración plena y una cierta calma de espíritu. Creo que para ser creativo, es necesario vivir en un marco de serena alegría y buen humor.
“Un problema común que nos dificulta con las prioridades es lo que llamamos la “adicción a la acción”. Nos han educado y estamos acostumbrados a la una cultura del “hacer”. Parece que cuantas más cosas hagamos, mejor y cada ver que hacemos algo nos sentimos bien, así que nos podemos pasar buena parte del día haciendo cosas porque nos hace sentir bien o útiles, pero no nos hace necesariamente más productivos. (…) El mindfulness nos ayuda a reducir esa adicción a la acción y centrarnos en nuestras prioridades. (…) también nos ayuda a entrenar la capacidad mental”
Celia Pipó. -Cita extraída de la entrevista realizada en julio de 2017 en el portal Sintetia.com-